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BloodShadow, ese loco... ¿adorable?

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BloodShadow, ese loco... ¿adorable? Empty BloodShadow, ese loco... ¿adorable?

Mensaje por Sasurai Vie Sep 04, 2009 12:39 am

Nombre real: Tras el abrazo, aún no ha conseguido recordarlo. Ha tenido, no obstante, múltiples nombres para adaptarse a la vida social de las diferentes épocas en las que ha vivido.
Apodo: BloodShadow, o "Bloody". Algunos también lo llaman "jodido tarado" y cosas así, cuando lo conocen un poco.
Sexo: Masculino
Fecha de Nacimiento: 1803.
Raza: Vampiro Malkavian.
Clase: Guerrero/Pícaro, aunque dados sus poderes y estilo, es algo peculiar.

Apariencia: Hombre extremadamente pálido y con los ojos azul claro (color hielo). De complexión no muy fuerte, ágil y de cierta belleza. Lleva el pelo corto aunque lo suficientemente largo para que el flequillo casi le llegue a los ojos, siempre despeinado, lo que le da cierto aire despistado.

Vestimenta: Dada su variable personalidad (en realidad, múltiples personalidades), su vestimenta depende en gran medida del humor del que esté ese día. Es fácil verlo vestido de cualquier manera, desde un mono de trabajo a un traje de chaqueta perfectamente arreglado, un chándal bajo un abrigo de pieles (de señora), o cualquier otra cosa que se le ocurra ese día. En partidas con ambientación medieval-fantástica también es posible que aparezca con algún tipo de armadura media (placas metálicas que no molesten las articulaciones, con alguna pieza de malla sobre cuero curtido).

Armamento e inventario
: (Según la época algunas de las armas las llevará solo en ciertas situaciones, y otras no las llevará, pero bueno, ya lo diré en el post xD).
Köri & Kazan (Hielo y Volcán):
Enfundadas en dos vainas de delicada factura y aspecto oriental, con sendos dragones dorados en ellas, descansan las dos armas preferidas del Malkavian. La primera, Köri, es un wakizashi encantado con runas de un azul brillante, que puede congelar a los enemigos y causar daño de hielo. La segunda, algo más larga, es una katana que recibe su nombre de las runas que la adornan, de un rojo tan intenso como el de una forja. Posee el poder del fuego, aunque el vampiro rara vez lo utiliza por su propia seguridad.
Suele llevar con él cuchillos arrojadizos o un par de pistolas de gran calibre (Desert Eagle con balas .50AE), según la ambientación xD. También es frecuente que lleve en los bolsillos (o en saquitos en el cinturón), especialmente en ambientaciones fantásticas, todo tipo de polvos y reactivos para causar efectos múltiples (humo, explosiones, sueño, estornudos, diarreas, o lo que se le pueda ocurrir).

Anillo del Caminante Diurno: Este singular anillo permite al vampiro caminar bajo la luz solar, aunque durante las horas del día, llevándolo puesto, es a todos los efectos un humano normal y corriente, algo débil incluso. Hay más anillos como este, si bien son poco frecuentes y solo algunos privilegiados disponen de uno.
Sobre su creación: Jugando en época actual, BloodShadow consiguió el anillo durante la Segunda Guerra Mundial. Fue desarrollado por científicos nazis, en colaboración con expertos en Taumaturgia del clan Tremere, con la esperanza de que la intervención de los vampiros en la guerra pudiese cambiar el rumbo de la misma. Aunque no se obtuvieron los efectos esperados, los anillos fueron repartidos a importantes vampiros del Reich (en la historia, más sobre esto xD).

Habilidades: Las propias de un vampiro. Además, estudió durante tiempo artes marciales tanto con armas como sin ellas, y es medianamente bueno como tirador. Pongo solo las cosas “destacables”.
Dementación: Esta disciplina permite jugar con los sentimientos y las percepciones del objetivo, pudiendo llegar a niveles altos a volver completamente loco a alguien durante un periodo considerable de tiempo.
Ofuscación: Si bien a niveles bajos apenas puedes hacer que “no miren hacia ti” si te estás quieto y no haces ruido, reforzando tu sigilo, a nivel alto esta disciplina permite desaparecer de delante de un montón de gente sin dejar rastro, siendo prácticamente invisible. También es posible esconder objetos de cierto tamaño (como un coche) o grupos de personas, aunque es algo más complicado.
Auspex: Gracias a esta habilidad, el Malkavian puede agudizar todos sus sentidos, ver el “aura” de la gente (y por tanto si son sobrenaturales su raza, así como el estado de ánimo de cualquiera, si ha bebido sangre hace poco, cosas así), tener visiones del pasado de un objeto solo con tocarlo o saber qué pasó en un sitio con algo de esfuerzo. Combinada con su locura, a veces le proporciona también visiones sobre el futuro, aunque son solo posibilidades y suelen ser tan crípticas que incluso a él mismo le cuesta entenderlas.
Dominación: Solo la controla a un nivel medio, pero es capaz de obligar a alguien a obedecer órdenes simples siempre que no atenten contra su propia integridad.
Además, los vampiros pueden utilizar el poder de su sangre para potenciar sus atributos físicos por encima de lo normal durante breves periodos de tiempo.

Historia: (Dado que ha vivido mucho tiempo, contaré trozos y me centraré en hechos que puedan resultar destacables por la razón que sea. Esta historia es la actual, que me da más juego. La de mundo fantástico sería lo mismo quitando los detalles de localización, hasta su abrazo, y después se habría dedicado a sobrevivir, consiguiendo en alguna aventura el anillo y sin hacer nada más destacable más que entrenarse y aprender cosas por ahí)

Nacido en una familia de clase media en el año 1803, en un pueblecito de uno de los estados de lo que más adelante sería conocido como Alemania, el pequeño Friedrich tuvo desde muy joven una fijación malsana por el conocimiento en todas sus formas. Se interesaba por la ciencia y por la tecnología, pero también por lo más básico, como las técnicas que se aplicaban en el campo. Cualquier cosa que le resultase curiosa, trataba de aprender cómo funcionaba, y todo le resultaba curioso. Ya un poco más mayor, comenzó a diseñar experimentos de todo tipo, que generalmente acababan en catástrofe, hasta que sus padres se vieron obligados a buscarle un tutor y enviarlo a una ciudad cercana, donde podría estudiar de manera formal. Fue allí donde se metió, guiado como siempre por su insaciable curiosidad, en círculos de ciencias ocultas y saberes más dudosos, pero también más peligrosos.

El que sería su sire no necesitó verlo más de tres o cuatro veces, en las reuniones nocturnas que uno de aquellos grupos celebraba, para tomar la decisión de abrazarlo. Quizá el hecho de que estuviese loco (su sire, él todavía no) también tuvo algo que ver. Como para cualquier Malkavian, el abrazo fue una experiencia traumática hasta extremos insospechados, pues por mucho que desees saber, ni las mentes más fuertes soportan ver lo que hay tras la muerte, y lo que es peor, en la propia muerte. Sus primeros años como vampiro fueron una época violenta y autodestructiva, obligando a su maestro a dejarlo atado en ocasiones para evitar que se expusiera al sol y teniendo que viajar continuamente de una ciudad a otra para ocultar los destrozos y las muertes que iba dejando a su paso.
Finalmente, tras unos veinte años junto a él, aprendiendo a controlar sus instintos, su sed y las habilidades propias de su clan, llegó el momento del adios. No porque “Bloody”, a quien habían empezado a llamar así en los círculos vampíricos por las masacres que provocó en su “juventud”, quisiese, sino porque en un ataque de esquizofrenia su sire se quitó la vida por accidente. Tratando de huir de un fuego que solo existía en su mente, paradójicamente, acabó metido en el fuego de la chimenea, que no estaba en su mente pero sí en la sala de estar.
El contemplar tan de cerca la muerte de un no-muerto hizo que el aún joven e inexperto malkavian se replantease por completo su vida, del modo tan serio como pudo. La reunión consigo mismo duró más de diez días, y cuando terminó había decidido una lista de puntos que debía llevar a cabo, de los que después solo cumpliría dos o tres. Emprendió viaje hacia las lejanas tierras del este, donde contaba la leyenda que se encontraban los más grandes maestros de artes marciales y lucha con armas. Allí aprendió a defenderse con armas mundanas y sin ellas, haciendo uso de su cuerpo. Aún no había comprendido la magnitud de sus poderes, de la bendición y la maldición de su sangre, y creía necesitar aquello para sobrevivir.

Después de los años que él consideró oportuno emplear, no solo aprendiendo artes marciales sino también estudiando el arte, las costumbres y las leyendas de aquella tierra, llegó a la conclusión de que había dejado de lado demasiado tiempo sus estudios y su patria, así que tomó la decisión de quemar (con mucho cuidado) la lista que había hecho, y regresar a lo que ahora, ya unificada, era Alemania. Al menos su yo más responsable tomó la decisión, y el resto no tuvieron más remedio que conformarse cuando se encontraron en un tren camino a Europa. Se llevó con él, para gran regocijo suyo, y tremendo enfado de cierto japonés, las armas que lo acompañarían el resto de su vida, pero esa historia es demasiado larga para contarla aquí.

Ya en su tierra natal volvió a las actividades en círculos ocultistas, por una parte, y científicos, por otra, intentando no mezclarlos, aunque de vez en cuando se confundiese de papeles y se viese hablando de los trabajos de Galileo Galilei, mientras sus queridos colegas conversaban sobre cómo convocar a este o aquel demonio. Por suerte, siempre supieron disculpar sus extravagancias. Por suerte para ellos, claro. No hizo nada destacable en aquellos años, salvo introducirse en la sociedad secreta que iba a ser la mano en las sombras, el cuchillo en la noche, en que confiase Hitler antes y durante su subida al poder. Lejos de considerarlos aberrantes, los altos cargos nacionalsocialistas veían a los vampiros como algo próximo a un ser superior, capaces de proezas como eran, y no costó convencerles de que era posible llevar a cabo investigaciones para desarrollar su gran sueño, un soldado definitivo, el superhombre.
Aprovechando los fondos y la colaboración, los científicos vampiros trabajaron en su propio favor para desarrollar algo que les permitiese caminar bajo la luz del día. De haberlo logrado sin restricciones, manteniendo sus poderes, habrían tomado el control de la nación y subyugado a los humanos, así que en cierto modo los alemanes tuvieron suerte. El resultado de esas investigaciones, al cargo de las cuales estaba nuestro querido Malkavian, fueron los Anillos del Caminante Diurno.
Cuando llegaron a su creación, la Segunda Guerra Mundial empezaba a tomar un cariz poco halagüeño para los nazis, así que haciendo gala de más astucia que patriotismo, BloodShadow desapareció de Berlín para aparecer, pocos días después, en un campamento aliado. Resultó que era un alemán que había emigrado a los Estados Unidos para buscar fortuna, y había regresado a su país para expulsar a aquellos desgraciados que le daban mal nombre a los suyos, con el ejército del país en que residía. Ellos se lo creyeron, sus propios yo estuvieron de acuerdo, y el soldado al que tuvo que matar para conseguir un uniforme no se quejó.

Tras participar en unas cuantas batallas y sabotear alguna que otra misión aliada por culpa de cierto yo nacionalista, sin que lo pillasen afortunadamente, decidió que seguir por allí era peligroso. Si la guerra acababa corría el riesgo de que lo reconociesen, y entonces estaría en un lío. Si su yo nacionalista seguía haciendo de las suyas, al final lo pillarían. Si seguía saliendo por el día, se iba a poner moreno, y no le favorecía nada. Todo eran inconvenientes, así que en cuanto pudo volvió al país al había emigrado en busca de fortuna, aunque nunca había pisado antes. Cosas de la vida.

Una vez en los Estados Unidos decidió afincarse en Seattle, donde tras poner orden, matar a algún que otro vampiro poco dispuesto a aceptar sangre nueva en la zona y encontrar un pisito acogedor, ha seguido viviendo hasta la actualidad. Los años han hecho que se torne algo más desconfiado, hay quien diría que paranoico, por lo que ya no se asocia de forma permanente con nadie y evita meterse en los juegos de los poderosos. Sin embargo, su edad y sus capacidades hacen que sea, por sí mismo, una potencia en la ciudad, y sus conocimientos hacen de él una compañía divertida a la vez que digna, con un sentido común y una capacidad de deducción que pocos poseen… si consiguen que se centre durante más de diez minutos…
Sasurai
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