Anarquistas [Post I]
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Anarquistas [Post I]
Bien porque lo frecuentáis a menudo, bien porque esta noche habéis decidido ir por el motivo que sea, os encontráis en “The Nest”, un local de los barrios bajos de la ciudad frecuentado por anarquistas y otra gente que cree en la libertad, pasa de los juegos políticos o simplemente disfruta hablando de cómo cambiar el mundo para luego acabar por no hacer nada. El sitio está bastante concurrido y la gente parece estar esperando algo. Si durante la última semana habréis venido, sabréis que Ruckus, el que parece el cabecilla local, andaba preparando algo, aunque no sabéis qué.
En un momento dado, el tal Ruckus aparece. Es un tipo de aspecto peligroso, aunque con carisma. Vestido con unos pantalones militares y botas altas, y una camiseta sin mangas que deja ver unos brazos llenos de tatuajes, se sube a una de las mesas para captar la atención de los presentes. Tras unos instantes en que el ruido no hace más que subir, unos cuantos golpes en las mesas y algún que otro empujón, la gente se va callando para dejarlo hablar.
- Compañeros, amigos, hermanos. ¡Buenas noches! Como sabéis llevo toda la semana preparando cosas, de aquí para allá, y ha llegado el momento de que os lo cuente. Os traigo buenas noticias, porque nuestro momento ha llegado - Gritos de aclamación y aplausos lo obligan a callarse, aunque aún no sabéis muy bien de qué está hablando.
- Creo que no me equivoco si digo que todos estamos un poco hartos del Príncipe y de su séquito de Antiguos, tan preocupados de joder a los demás y de acumular poder, caiga quien caiga. Han habido asesinatos, ¿y qué han hecho? ¡Nada! ¿Quién nos dice que no son cosa suya, para deshacerse de quienes se convierten en miembros molestos de su puta sociedad? Pero esto se acaba. He podido ponerme en contacto con otros grupos, y no somos los únicos hartos del Príncipe. Si atacamos ahora, tendremos ayuda, apoyos suficientes para echarlo de la ciudad o matarlo si se niega. - Todo el local parece mantener la respiración, y algunos miran a otro lado. Lo que está diciendo es traición, y podría traer problemas.
- ¡Vamos! Maldita sea vuestra cobardía. ¿Cuántos años lleváis diciendo lo mal que están las cosas, lo necesario que es cambiarlas? Algunos más de un siglo. No ha habido una oportunidad como esta, ni la volverá a haber. El régimen es inestable, con más detractores que nunca. ¡Todo lo que necesita es un empujón! Y se lo vamos a dar... -
Los presentes lo aclaman, aplauden y golpean las mesas. Algunos porque están convencidos y otros por no parecer cobardes, pero todo el mundo parece dispuesto a ir a la guerra, sin siquiera saber aún exactamente contra qué o adónde. Aún subido en la mesa, Ruckus pasea la mirada por los presentes.
- Preparaos lo mejor posible. Armas, explosivos, lo que sea. De aquí dos noches vamos a montar una fiesta que esos cabrones no van a olvidar en mucho tiempo. De aquí tres, ¡seremos libres! -
Todo el mundo parece entusiasmado y se pone a hacer planes, a hablar con el de al lado sobre lo que va a traer o qué puede conseguir, o a intentar hacerse con un arma si no tiene alguna ya. El líder baja de la mesa y se dirige hacia la parte trasera del bar, no sin antes haceros señas para que lo sigáis. ¿Habrá visto que parecíais menos entusiasmados de lo que deberíais con la idea? ¿Os conoce de algo?
FDI:
En vuestro post intentad describir las reacciones a lo que dice, y qué hacéis luego, si lo seguís o intentáis salir, habláis con otra gente del local sobre algo en vez de seguirlo, lo que sea. Tened en cuenta que Ruckus tiene una puntuación bastante alta en los atributos sociales, así como en Presencia, por lo que su discurso os sonará muy convincente y a menos que vaya contra algún principio personal, os sentís inclinados a estar de acuerdo y dejaros llevar por sus ideas.
Lo de los asesinatos que menciona, habréis oído rumores, aunque no sabéis quién ha muerto exactamente, y aún cuando habéis conseguido un nombre no os era conocido (además, solo sabréis nombres si habéis investigado mucho el asunto, a conciencia). En cualquier caso, por mucho que hayáis investigado no sabéis por qué los han asesinado, ni quién.
En un momento dado, el tal Ruckus aparece. Es un tipo de aspecto peligroso, aunque con carisma. Vestido con unos pantalones militares y botas altas, y una camiseta sin mangas que deja ver unos brazos llenos de tatuajes, se sube a una de las mesas para captar la atención de los presentes. Tras unos instantes en que el ruido no hace más que subir, unos cuantos golpes en las mesas y algún que otro empujón, la gente se va callando para dejarlo hablar.
- Compañeros, amigos, hermanos. ¡Buenas noches! Como sabéis llevo toda la semana preparando cosas, de aquí para allá, y ha llegado el momento de que os lo cuente. Os traigo buenas noticias, porque nuestro momento ha llegado - Gritos de aclamación y aplausos lo obligan a callarse, aunque aún no sabéis muy bien de qué está hablando.
- Creo que no me equivoco si digo que todos estamos un poco hartos del Príncipe y de su séquito de Antiguos, tan preocupados de joder a los demás y de acumular poder, caiga quien caiga. Han habido asesinatos, ¿y qué han hecho? ¡Nada! ¿Quién nos dice que no son cosa suya, para deshacerse de quienes se convierten en miembros molestos de su puta sociedad? Pero esto se acaba. He podido ponerme en contacto con otros grupos, y no somos los únicos hartos del Príncipe. Si atacamos ahora, tendremos ayuda, apoyos suficientes para echarlo de la ciudad o matarlo si se niega. - Todo el local parece mantener la respiración, y algunos miran a otro lado. Lo que está diciendo es traición, y podría traer problemas.
- ¡Vamos! Maldita sea vuestra cobardía. ¿Cuántos años lleváis diciendo lo mal que están las cosas, lo necesario que es cambiarlas? Algunos más de un siglo. No ha habido una oportunidad como esta, ni la volverá a haber. El régimen es inestable, con más detractores que nunca. ¡Todo lo que necesita es un empujón! Y se lo vamos a dar... -
Los presentes lo aclaman, aplauden y golpean las mesas. Algunos porque están convencidos y otros por no parecer cobardes, pero todo el mundo parece dispuesto a ir a la guerra, sin siquiera saber aún exactamente contra qué o adónde. Aún subido en la mesa, Ruckus pasea la mirada por los presentes.
- Preparaos lo mejor posible. Armas, explosivos, lo que sea. De aquí dos noches vamos a montar una fiesta que esos cabrones no van a olvidar en mucho tiempo. De aquí tres, ¡seremos libres! -
Todo el mundo parece entusiasmado y se pone a hacer planes, a hablar con el de al lado sobre lo que va a traer o qué puede conseguir, o a intentar hacerse con un arma si no tiene alguna ya. El líder baja de la mesa y se dirige hacia la parte trasera del bar, no sin antes haceros señas para que lo sigáis. ¿Habrá visto que parecíais menos entusiasmados de lo que deberíais con la idea? ¿Os conoce de algo?
FDI:
En vuestro post intentad describir las reacciones a lo que dice, y qué hacéis luego, si lo seguís o intentáis salir, habláis con otra gente del local sobre algo en vez de seguirlo, lo que sea. Tened en cuenta que Ruckus tiene una puntuación bastante alta en los atributos sociales, así como en Presencia, por lo que su discurso os sonará muy convincente y a menos que vaya contra algún principio personal, os sentís inclinados a estar de acuerdo y dejaros llevar por sus ideas.
Lo de los asesinatos que menciona, habréis oído rumores, aunque no sabéis quién ha muerto exactamente, y aún cuando habéis conseguido un nombre no os era conocido (además, solo sabréis nombres si habéis investigado mucho el asunto, a conciencia). En cualquier caso, por mucho que hayáis investigado no sabéis por qué los han asesinado, ni quién.
Re: Anarquistas [Post I]
La luz de un velador de pie alumbraba el rincón de la oscura sala de estar. Sentada bajo la mortecina iluminación, Kadonneet proseguía su lectura sobre el épico viaje de un ejército griego que jamás presenció la batalla para la que fue gestado. El príncipe persa que lo había convocado, había sufrido una emboscada de su astuto hermano y soberano, haciendo que su cabeza rodase y con ella, el objetivo de toda la horda mercenaria. Le agradaban las novelas históricas, las reconstrucciones épicas en todo período, disfrutando de tanto en tanto de la trama cruzada entre ficción y dato histórico. De pronto, un repentino escalofrío surcó el cuerpo de la lectora.
¤°¤°¤°¤°¤°¤°¤°¤°¤°¤°¤°¤
A la noche siguiente estaba en el sitio que su Sire le había indicado. No le gustaba. Ni el ruido del bullicio, ni el hedor que se acumulaba en cada objeto y en cada cuerpo no-vivo, ni la pésima vista que tenía de la decadencia y la mediocridad de su propia gente. Alguna vez llegó a soñar tontamente que los vampiros podían ser una especie de reliquia de la humanidad; todo lo que ésta desdeñaba u olvidaba se plasmaba en ellos, acuñando en sus hartos años de experiencia la excelencia de la perfección. No tardó mucho en darse cuenta que sus nuevos congéneres no eran más que la misma mierda, pero con toda la eternidad por delante para darle nuevos significados a su estupidez.
Entonces entró el tal Ruckus, el que era considerado un líder de influencia entre los anarquistas. Bramidos y vitoreos dieron paso a las firmes palabras del dirigente. A Kadonneet se le atojaba que el sujeto había ganado esa especie de arenga por tanto repetir el cansino discurso. Se preguntaba cuán viejo sería, cuántas veces habría hecho arder el corazón insensato de unos cuantos neonatos en nombre de la anarquía, en la eterna afrenta por el orden impuesto, en fundir el término de enemigo a todo aquel que ostentase en aparente vacuidad el título de príncipe.
Tenía ganas de disfrutar del cálido de la noche, de deambular en las callejas como rara vez lo hacía, prefería eso que a tragarse tanta cháchara. Pero aun así, no se retiraba y para su sorpresa no lo hacía porque Kulkuri le pidiese la noche anterior que se quedase, sino por el modo tan convincente con el que Rucckus se expresaba. Aun sin creer ni un palmo en lo que decía, no le negaba al sujeto su tremenda capacidad histriónica y sobretodo su convincente actitud.
Acabado su discurso toda la horda se puso de modo entusiasta a charlar entre ellos sobre qué sería lo mejor para la emboscada, como si traicionar a los jefes de la Camarilla fuera tan fácil como plantar el caos en un estadio deportivo o en una estación de trenes. Kadonneet se mantuvo en el sitio donde pasó todo el rato desde que entró al antro, de pie apoyando su brazo derecho sobre la pared, en postura reclinada.
Le pareció que el líder le hacía un par de señas a una pareja y luego movió su mano para caer su índice sobre ella. La vampiro miró a su lado libre con el rabillo del ojo, esperando que señalase a otro o que si se trataba de ella, los demás no notasen aquel gesto. No tardaron un par de encantados anarquistas de última hora en hacerle el debido gesto de obedecer al líder. Suspiró y se irguió para prosiguir marcha tras el bar. En parte le retumbaban en la cabeza las palabras de Kuluri de “ir y enterarse de algo más” y por otra parte las de Ruckus sobre “muertes misteriosas y supuestos refuerzos”. Todo aquello le olía a mierda, a una muy asquerosa y densa.De pronto, la sensación de quedarse a saber más para entender qué hacer se apoderó de ella. Gruñó al atravesar la puerta que la llevaba a la parte de atrás del bar, nunca le agradaba darle la razón a su Sire.
FDI:
Kadoneet lleva una camiseta de manga corta verde musgo y una campera de lona negra, bastante desgastada. Unos jeans grises viejos aunque no rotos, y unas zapatillas de un uva oscuro de cordones negros. Lleva el pelo suelto y no tiene más accesorios que un par de aros baratos.
Algo larga la intro contando el spoiler, se puede saltear. Es un modo de describir un poco a Kadonneet. Si me paso un poco en descripciones del sire o en desprecios a sus congéneres, ya veo de editar.
PD: me deprime ser la primera en postear ¬¬, pero luego no tendré tiempo o ganas así que mejor me quito esta ronda de encima xD
- "blablabla":
- - Muchos aseguran que Menón de Tesalia era un Vástago por su continuo refugio en las sombras y sus sobradas salidas nocturnas – La voz grave y calmada de un hombre joven retumbó en la silenciosa habitación, el repicar de un arma amartillada le recibió - ¿No crees que ya es algo tarde para apuntarme con tu rifle?
- ¿Qué mal te hará un par de huecos en tu cavidad craneana? Al menos así se te ventilaría un poco más – Kadonneet liberó lentamente el martillo y dejó su arma apoyada sobre el posamangas de su sillón - Y no me extraña que el tal Menón lo fuera, seguro sería un toreador
La risa seca y algo carrasposa del hombre apagó el rechinar de las patas de la silla que arrastró hacia sí para sentarse - No creas que todos los niños cainitas bonitos y muy amigos de sus amigos son toreadores. De hecho, creo recordar que no lo era… bueno los rumores nunca son precisos – Se acomodó el cabello castaño tras su oreja, y contempló un segundo a Kadonneet - Por cierto ¿Qué diablos haces con esa porquería arcaica? Es más probable que te vueles una mano a que le des al blanco
La mujer alejó el libro que había dejado en su regazo, depositándolo sobre la repisa cercana - Esta porquería, como la llamas, es un Winchester 1895, el mejor hijo que la conquista del Oeste nos dejó. Si vas a hablar de viejos trastos, decirte que tú eres mucho mayor a esta reliquia, aunque no aseguro que estés tan funcional como mi rifle – El gesto de la joven no era amistoso, pero no por ello demostraba desprecio. Sabía que si él se había hecho presente esa noche era por algo importante y no le agradaba la sensación que estaba experimentando; aun menos le gustaba que su Sire la notase.
El vampiro sonrió mostrando en su mueca torcida su blanca y resplandeciente dentadura. El alargado incisivo reverberó un instante, para apagarse cuando se dispuso a hablar - Mi chiquilla de boca floja, ¿me obligarás a lavarte la boca con agua y con jabón? Compórtate una vez, que he venido a darte un noticia importante - Un gesto de Kadonneet lo invitó a proseguir, mientras se ponía de pie para alejarse de la luz - He estado pensando que llevas mucho tiempo en esta granja, aislada de los otros. Es tiempo que entres en contacto con ellos, que entiendas un poco más de que se trata nuestro mundo
La joven mujer se sentó en el rincón opuesto a la luz, en un banco de madera bajo. Sus ojos resplandecieron de un plata intenso, clavados con una bella frialdad sobre el vampiro visitante - Sí, me enseñarás el maravilloso mundo de mis hermanos los vástagos como me enseñaste a cazar o a dominar mi furia o a cómo no morirme calcinada en el intento por disimular mi falsa humanidad. Eres un gangrel, Kulkuri, te creerás un encanto, pero no me vendas tu cualidad de maestro porque de eso no tienes un palmo
- Trátame con más respeto, no te hice despertar a tal revelación para que seas así de insensata - Los negros ojos del vampiro no mostraban desafío, sin embargo impartían una determinación tan primigenia que causaba pavor a cualquier criatura, racional o instintiva. Las manos de Kadonneet se cerraron como garras sobre sus rodillas, sentía una profunda contradicción de sentimientos. Quería levantarse para mandarlo a la mierda de su casa y a la vez sabía que debía dejarlo hablar, casi como si deseara saber qué tenía para contarle. Se detestaba por la sensación y a la vez no podía resistir el tentarse de preciar tener allí a su Sire.
- Estos son tiempos de disconformidad entre bandos, aun dentro de la Camarilla. No es un evento nuevo, pero siempre es sensato estar al tanto de lo que pasa, para saber si tomar parte o hacerse a un lado a tiempo. ¿Conoces el sitio llamado “The Nest”? – Kadonneet asintió, se ahorró decirle que sabía también que era un sucio antro politiquero carente del más mísero atisbo de sentido común. Había aprendido desde temprano que Kulkuri sabía de ella cuanto le hacía falta, se lo dijera o no - Sería bueno que estuvieras allí mañana mismo. Y que escuchases un poco lo que se charla por esos sitios, aprovechar para enterarte de algo más
- Y tengo que suponer, también, que no me dirás nada sobre qué puto motivo tengo yo para estar allí – Estaba irritada y no podía esconderlo. Ante su Sire no podía ser centrada y tras el tiempo que llevaba como vástago, aun no había descubierto qué hacía que reaccionase de ese modo. Si es que era la actitud de Kulkuri o su propia obstinación, como una profunda rebeldía por la norma impuesta.
- Te enterarás allí, no voy a aguarte la sorpresa. Pero como soy un padre cariñoso, te anticipo que te divertirás mucho, ya lo verás – Sonrió y parecia tan real su gesto, tan plagado de dulzura risueña, que podría haber engañado al más incrédulo niño. Y eso era algo complicado de imaginar si se tiene en cuenta la complexión que Kulkuri tenía.
- Fuiste, eres y serás muchas cosas para mí, Kulkuri, pero en ninguna de ellas encuentro la definición de padre – Kadonneet se puso de pie una vez más, con intención de acercarse a su Sire. Pero de un instante a otro, el hombre no estaba más sentado en su silla en medio de la sala. Las sombras crepitaron con diferentes densidades de negro y para cuando la joven lo pudo notar, su mentor estaba tras de ella.
- Eres mi linda chiquilla que, para mi agrado, no me ha sabido decepcionar – Llevó su mano derecha frente a la joven y dejó caer sus dedos suavemente por la pálida mejilla de la neonata - Puedes no ir, no te obligo, como nunca lo he hecho – Las manos de la mujer se cerraron sobre puños, conteniendo la respiración para no denotarse agitada, algo temblorosa - Sé que aun recuerdas por qué te puse Kadonneet – La voz de Kulkuri perdió repentinamente su carácter reconfortante, pero aun así sonaba más real y agradable que antes.
La chica suspiró, estaba por mentirle y decirle que era porque a él no le gustaba el nombre de October Graves, pero prefirió no tentar a su humor. Sin girarse o alejarse de su sire, respondió - Porque es como si fuera olvidada de un modo u otro – Acabó su frase con una mueca de sorna, una falsa sonrisa sobre una de sus comisuras que le daba una expresión burlona.
El cuerpo de Kulkuri se acercó sobre la joven, inclinándose hacia ella mientras su rostro alcanzaba la altura del de Kadonneet - No. Porque aun perdida en el olvido, encuentras el camino que te orienta para continuar – Las palabras de Kulkuri se desprendieron entre susurros cerca del oído de su chiquilla, sintiendo las gélidas cosquillas del aire que emanaban. Y el silencio volvió a apoderarse de la sala. Kadonneet supo que su Sire ya no estaba, pues se notaba menos frío el ambiente con su ausencia.
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A la noche siguiente estaba en el sitio que su Sire le había indicado. No le gustaba. Ni el ruido del bullicio, ni el hedor que se acumulaba en cada objeto y en cada cuerpo no-vivo, ni la pésima vista que tenía de la decadencia y la mediocridad de su propia gente. Alguna vez llegó a soñar tontamente que los vampiros podían ser una especie de reliquia de la humanidad; todo lo que ésta desdeñaba u olvidaba se plasmaba en ellos, acuñando en sus hartos años de experiencia la excelencia de la perfección. No tardó mucho en darse cuenta que sus nuevos congéneres no eran más que la misma mierda, pero con toda la eternidad por delante para darle nuevos significados a su estupidez.
Entonces entró el tal Ruckus, el que era considerado un líder de influencia entre los anarquistas. Bramidos y vitoreos dieron paso a las firmes palabras del dirigente. A Kadonneet se le atojaba que el sujeto había ganado esa especie de arenga por tanto repetir el cansino discurso. Se preguntaba cuán viejo sería, cuántas veces habría hecho arder el corazón insensato de unos cuantos neonatos en nombre de la anarquía, en la eterna afrenta por el orden impuesto, en fundir el término de enemigo a todo aquel que ostentase en aparente vacuidad el título de príncipe.
Tenía ganas de disfrutar del cálido de la noche, de deambular en las callejas como rara vez lo hacía, prefería eso que a tragarse tanta cháchara. Pero aun así, no se retiraba y para su sorpresa no lo hacía porque Kulkuri le pidiese la noche anterior que se quedase, sino por el modo tan convincente con el que Rucckus se expresaba. Aun sin creer ni un palmo en lo que decía, no le negaba al sujeto su tremenda capacidad histriónica y sobretodo su convincente actitud.
Acabado su discurso toda la horda se puso de modo entusiasta a charlar entre ellos sobre qué sería lo mejor para la emboscada, como si traicionar a los jefes de la Camarilla fuera tan fácil como plantar el caos en un estadio deportivo o en una estación de trenes. Kadonneet se mantuvo en el sitio donde pasó todo el rato desde que entró al antro, de pie apoyando su brazo derecho sobre la pared, en postura reclinada.
Le pareció que el líder le hacía un par de señas a una pareja y luego movió su mano para caer su índice sobre ella. La vampiro miró a su lado libre con el rabillo del ojo, esperando que señalase a otro o que si se trataba de ella, los demás no notasen aquel gesto. No tardaron un par de encantados anarquistas de última hora en hacerle el debido gesto de obedecer al líder. Suspiró y se irguió para prosiguir marcha tras el bar. En parte le retumbaban en la cabeza las palabras de Kuluri de “ir y enterarse de algo más” y por otra parte las de Ruckus sobre “muertes misteriosas y supuestos refuerzos”. Todo aquello le olía a mierda, a una muy asquerosa y densa.De pronto, la sensación de quedarse a saber más para entender qué hacer se apoderó de ella. Gruñó al atravesar la puerta que la llevaba a la parte de atrás del bar, nunca le agradaba darle la razón a su Sire.
FDI:
Kadoneet lleva una camiseta de manga corta verde musgo y una campera de lona negra, bastante desgastada. Unos jeans grises viejos aunque no rotos, y unas zapatillas de un uva oscuro de cordones negros. Lleva el pelo suelto y no tiene más accesorios que un par de aros baratos.
Algo larga la intro contando el spoiler, se puede saltear. Es un modo de describir un poco a Kadonneet. Si me paso un poco en descripciones del sire o en desprecios a sus congéneres, ya veo de editar.
PD: me deprime ser la primera en postear ¬¬, pero luego no tendré tiempo o ganas así que mejor me quito esta ronda de encima xD
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